RECTA FINAL - El cambio en Chovet está en marcha.

HOY ... HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA ...

LLEGO EL MOMENTO, horas nada más nos separan de las proximas elecciones comunales, y todos sabemos que Chovet necesita un cambio.
En el FRENTE PROGRESISTA CIVICO y SOCIAL somos un grupo de vecinos convencidos de representar la UNICA ALTERNATIVA capaz de brindar, a nuestro pueblo, un CAMBIO SEGURO. Tenemos la voluntad y la capacidad para afrontar el desafío que esto representa.

Usted nos conoce, y bien sabe de nuestra honestidad indiscutible, y nuestro pasado intachable.
Es hora de mirarnos a la cara y saber que TODOS JUNTOS, somos MÁS.
Primero CHOVET, siempre.

lunes, 16 de marzo de 2009

"ESE HOMBRE" QUE INVADE LA CANCHA

15-03-2009 - Diario Crítica Digital - Por Susana Viau.

De un tiempo a esta parte, en algún momento de sus habituales –en realidad, diarios– discursos Cristina Fernández suele aludir a “ese hombre”. Lo hace en un tono marcadamente distinto del que usaba mi madre cuando utilizaba la frase. Sin necesidad de más palabras, el “ese hombre” de mi madre traslucía a gritos su desafecto, su desprecio por quien le resultaba tan desdeñable que no merecía siquiera ser nombrado. El “ese hombre” de la Presidenta, en cambio, enfatiza el éxtasis ante el varón, que es suyo.
Desde luego, sería improcedente que, dado el rango que ostenta, la Presidenta explicitara lo que apenas deja entrever: “El gran hombre, ese hombre, es mi hombre”. Puede que sus asesores le hayan indicado que insista, que lo repita hasta el cansancio porque cada vez que lo hace en la cabeza de quienes la escuchan se dibuja el necesario complemento: “Esa mujer”, fórmula que, hace muchos años y con el mismo espíritu que mi madre, utilizaban ciertos opositores para hablar de Eva Duarte. Rodolfo Walsh lo recuperó en el título de su cuento más leído y trastrocó para muchos la carga despectiva en admiración. Pero ni Cristina Fernández es Eva Duarte ni Néstor Kirchner es Perón.
El viernes, en Chubut, la Presidenta volvió a insistir con el latiguillo. “Ese hombre –dijo–, que ya saben quién es”. Kirchner, tenso y expectante como un halcón, estaba sentado a la mesa de autoridades, junto a su esposa y los gobernadores patagónicos, hombres y mujeres elegidos por sus comprovincianos. No se alzaron demasiadas voces para cuestionar su presencia en un sitio que no le correspondía. Al parecer está aceptado, con gusto o con resignación: es el regente.
A quien escribe estas líneas la imagen le recordó otro “ese hombre” de la historia pequeña de la Argentina: el que se le escuchó a José María Muñoz, el relator de fútbol más personal y discutido, cuando desde la cabina le preguntó a su coequipier que se encontraba en el césped: “Hay un intruso en la cancha. ¿Quién es ese hombre de piloto que está invadiendo el campo de juego? ¿Qué hace ese hombre ahí? ¿Por qué no lo sacan?”.
Zavatarelli, con voz de ultratumba, contestó: “Soy yo, Muñoz”.
¿No sería hora de que los políticos y los periodistas comenzáramos a preguntar, como el Gordo Muñoz, quién es “ese hombre” que invade la cancha? ¿Qué hace “ese hombre” ahí? ¿Por qué no lo sacan?

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